9.10.09

Hacia un futuro más solidario


Se ha convenido en situar el detonante de la actual crisis en la bancarrota de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, tras el derrumbe de las hipotecas "subprime" en Estados Unidos. Nos hallamos en la primera gran crisis de la globalización, que rápidamente distorsionó el sistema financiero mundial y frenó el crecimiento de los países más desarrollados.
Es cierto que la situación ha afectado especialmente a España, cuya evolución había descansado en exceso durante los últimos 15 años en el sector inmobiliario. Pero no podemos obviar los casos de otras economías seriamente tocadas después de largos períodos de prosperidad, como pueden ser Islandia e Irlanda.
La reunión del G-20 de Washington, en noviembre de 2008, puso de manifiesto que el formato del G-8 era obsoleto en un contexto de gran empuje de los países emergentes, liderados por el cuarteto BRIC (Brasil, Rusia, India y China). En dicho encuentro se plantea por primera vez la necesidad de una "refundación del capitalismo", incluso por parte de claros defensores del libre mercado como Sarkozy, ante el silencio de los paladines de la desregulación extrema que nos condujo a estos lodos.
Después, las cumbres del G-20 de Londres y Pittsburgh, en abril y septiembre de 2009, consolidan este nuevo foro de concertación más multipolar. Un claro símbolo del cambio de los tiempos, al que debemos añadir la irrupción del liderazgo de Barack Obama, con las esperanzas que ha suscitado a nivel mundial.
Resulta difícil analizar la evolución política internacional durante este trepidante último año. El giro a la derecha en las elecciones europeas de junio fue evidente, así como la posterior consolidación de Merkel y la CDU en Alemania. Pero al mismo tiempo los socialistas se mantienen en Portugal y regresan al poder en Grecia con mayoría absoluta, tras el total hundimiento de los conservadores.
Por todo ello, modestamente opino que ni el capitalismo desaparecerá, ni la socialdemocracia sucumbirá definitivamente ante una derecha cada vez más radical. Pienso que el futuro estará en manos de soluciones moderadas y responsables, que sepan aprovechar lo mejor del mundo antitético del pasado.
Estoy hablando de la preservación de los avances del sistema europeo de bienestar, de un liberalismo que promueva la creación de riqueza sin generar desigualdades, y, sobre todo, de una revolución verde global que dinamice la economía y garantice el desarrollo sostenible, superando la explotación de los países más pobres.
En el ámbito interno español, la futura solidaridad debe pasar por una orientación más federal en el reparto del poder y de los recursos. Comunidades Autónomas y ayuntamientos son capaces de promover las políticas sociales y de desarrollo más efectivas. Si no aplicamos seriamente el principio europeo de la subsidiariedad, financiando adecuadamente los niveles de gobierno subestatales, resultará más difícil recuperar el ritmo de crecimiento anterior a la crisis.
Lluís Miquel Pérez i Segura
Alcalde de Reus
**Article publicat a la revista El Siglo